jueves, 22 de octubre de 2009


Qué es el Mundo? Luego de intentar dar respuesta a esta pregunta me preguntaba si ¿es mi concepción de la estructura del mundo, la forma en que mi mundo interno está estructurado?

Inmensa pregunta, inmenso el mundo. Mi mundo, el tuyo, el nuestro. El que nos habita, el que habitamos. El mundo. Lugar donde llegué por alguna razón. Mis padres, mi primera experiencia sentida del mundo, la cual se fue gestando en mi propio mundo interno, y que hoy me permite tener una visión personal de lo que significa mi vida en este mundo.
Pienso el mundo como un lugar apasionantemente bello, mágico y misterioso, en el que existo y coexisto con otros. Un mundo con una biodiversidad de ecosistemas que se retroalimentan entre sí, y en el que el ser humano, grupo al que pertenezco (animal racional que comparte con otras especies este mismo espacio), está empezando a percibir lo que ésto implica en términos de tomar consciencia del efecto que puede causar cada uno, aportando o no a la desintegración del mismo, desde su propio espacio.
Siento el mundo como un lugar donde explorar, experimentar, aprender, errar y volver a intentar, como una oportunidad única para crecer, para dar, recibir y compartir, permitirse disfrutar, sonreir y ser feliz.
Un lugar donde encontrar respuestas a mi constante búsqueda, mirar hacia adentro para poder observar e integrar el mundo afuera, y todo lo que ésto implica. Y es que, el mundo, en el mas amplio sentido de la palabra, se me hace algo dificil de comprender, pero ¿es el mundo lo que no comprendo o la ambigüedad de las actitudes de los seres humanos que habitan en este mundo lo que me confunde? Y, ¿cómo es que dentro de esta confusión me ubico en el mundo? Creo que lo que en ocasiones me cuesta entender son las personas que lo habitamos. Pero ¿cómo poder separar ambas partes? Sería imposible, ya que una integra a la otra. El mundo somos todos y cada uno de nosotros. Y así como no es posible separar al mundo de las personas que lo habitan tampoco es posible integrar a todos los seres humanos como un problema para la humanidad, ya que felizmente hay quienes si son capaces de ser conscientes y tienen una actitud proactiva frente a la vida. Y dentro de este grupo, me re-encuentro y me siento parte. Siento, funciono y creo, creo y transformo, transformo y construyo, construyo y nuevamente siento.
Y en este sentir, en donde la realidad me toca y confronta, opto por el “hacer”, el hacer algo al respecto, porque eso le da sentido a mi vida, a mi vida compartida con otros, que son parte del mundo, de mi mundo, el tuyo, el nuestro.
¿Qué es esto que me toca y confronta? Me toca en lo más profundo, un niño que no sonríe, un niño que no juega, un niño sin madre. La voz no escuchada, la palabra no dicha, el silencio conformista. El que se cansó de esperar, el que no lucha, el que ya no sueña, el que ya no es capaz de desear. El que no cree, el que no crea. El que nunca se pregunto, ¿quién soy? El que vive la vida del otro. El que no ama, el que no mira, el que no escucha, el que no siente, el que no piensa, el que no comparte, el que no suspira, el que parece muerto aún estando en vida.
Me confronta ser testigo de la injusticia, la desigualdad, la pobreza, la soledad, la hostilidad y la tristeza. De un mundo que parece estar al revés. Donde unos tienen todo mientras que otros no tienen nada, donde existe suficiente alimento para cada uno pero muchos mueren de hambre, donde somos millones pero podemos sentirnos completamente solos, donde vivimos juntos y a la vez separados. Siendo capaces de dañar, sin consciencia alguna en menor o mayor grado el espacio que nos acoje. Que por motivos de poder y de carencia de sentido común, hasta se hayan creado armas capaces de destruír toda esta maravillosa creación en tan solo segundos.
Una sociedad en donde los medios de comunicación a través de la publicidad venden verdades que son mentira y mentiras que muchos terminan convirtiendo en su verdad. Haciendo de “espejo distorcionado”, generando problemas de identidad.
Si bien nos encontramos limitados por nuestras propias límitaciones, felizmente también contamos con una inmensa gama de posibilididades y oportunidades que nos pueden permitir generar cambios positivos, si así lo queremos, al fin y al cabo, tal como Sellars (1975) menciona “el último objetivo de la filosofía es que la persona se sienta en casa en el mundo”.
Esto implicaría dar un verdadero valor a las cosas empezando por uno mismo, pensar al otro como alguien tan “ser” como “humano”, tan semejante y a la vez diferente, tan único. Aceptarse a uno mismo para lograr aceptar a un otro, con todo lo que esto implica, raza, cultura, género, creencias, religión, entre otras. Teniendo la capacidad de asumir nuestra libertad pero con responsabilidad, comprendiendo que nuestros límites terminan donde empiezan los del otro. Y así, poder estrechar vínculos positivos que generen encuentros constructivos, en donde nos podamos sentir parte de una comunidad sin perder nuestra propia individualidad.
Finalmente, el mundo es el lugar donde vivimos nuestra vida, y en donde tenemos la opción de elegir como queremos vivirla. Cada uno de nosotros tendrá una visión propia del mundo, en la medida que se conecte con éste, y se permita o esté en posibilidad de percibirlo.
Para mí, el mundo es y será, un lugar inmensamente grande e inabarcable donde a pesar de ser inmensamente pequeños tenemos en nuestras manos la oportunidad de ser nosotros mismos, es decir, inmensamente grandes.